RELATO: Rabia y miedo.

Prepárense para leer algo que nadie me beteo y que nacio ayer y que terminé de criar hoy.

Esta recopilación participa en el Reto anual: 12 meses 12 Relatos 2020 organizado por De aquí y de allá by TanitBenNajash.

N° de palabras: 645.

Rabia y medio.

Tal vez una de las cosas que más le gusta de Mery es el contraste que hacen juntas. Y sí, habla de lo físico. Sofía adora las diferencias entre su piel oscura y la clara de Mery y la magia que hacen cuando se unen. 

Puede pasar horas solo mirando sus manos unidas. Los dedos entrelazados. Puede pasar horas mirando fotos que se han tomado juntas: Mery con sus rasgos asiáticos y cabello teñido en rojo y Sofía con sus labios gruesos y nariz demasiado grande y chata, con sus pelos crespos y al rape.

¿Qué decir? Su novia y ella son un espectáculo a la vista. Y lo disfruta y se lo restriega a la gente en la cara las veces que se le da la gana, sobre todo cuando sabe que va a molestarles.

Mery, lastimosamente, no comparte su punto de vista.

—Sofía, por favor. ¡Nos están viendo! —le susurra tratando de sonar exigente, pero igual Sofía es capaz de escuchar el nerviosismo en ella.

—¿Y? —responde indiferente. Mira directamente a las señoras que las miran y alza una ceja. Las señoras se sobresaltan, le tuercen el gesto y se ponen a cuchichear entre ellas—. No puedo evitar que la gente nos vea. O sea, tienen ojos.

—Las estás provocando y lo sabes —responde Mery y trata, una vez más, de soltarse del abrazo de Sofía.

“Nooo, amiguita, hoy no”.

Ni nunca.

Sofía tiene el: "me sabe a mierda” en la punta de la lengua, pero Mery voltea a verla. La ve y le muestra lo vulnerable que se siente, le deja ver su angustia y le pide, le súplica por favor. Suspira y la suelta.

Mery se acomoda la ropa y deja casi un asiento de distancia entre ellas.

—La gente habla, Mery —le dice Sofía sin poder contenerse, con la molestia por ser apartada chispeando—. La gente habla porque le gusta hablar. Y hablan más si es para joder la vida de alguien más. ¿Y sabes que puede hacer uno? Un coño, porque la gente habla y ya. Sí, sé que es un poquito arrecho exponerse a que la gente hable de uno, pero ¿qué más vamos a hacer, Mery? —La toma de la barbilla y sus ojos rasgados la ven todavía con el brillo del miedo. Y la irritación se vuelve rabia; le da rabia porque desde que comenzó la mierda del Coronavirus, Mery se ha estado encerrando más y más. Le da rabia porque tardaron años en llegar al punto en donde a Mery no le daba miedo tomarla de la mano en público y ahora casi deja medio metro entre ellas. Le da rabia porque la sociedad es mierda y la hiere. Pero se traga la rabia, porque Mery no la merece.

Mery solo merece las mejores cosas de este mundito de mierda.

»No me quiero esconder de ti ni esconderme contigo. Te amo, chamita, y me resbala como mantequilla en plato caliente si eso le molesta a alguien. A mí me molesta la gente estúpida y ¿los acoso?

—De hecho... —comienza Mery divertida.

—Ah, no. Haz la colaboración, chama. Yo aquí seria y tú me echas a la calle.

Mery ríe. Ríe y es mejor, muchísimo mejor, que los ojos brillantes por el miedo.

Mery tiene miedo de que las ataquen. Mery tiene miedo de que por salir con ella, Sofía termine golpeada, tal vez hospitalizada. Mery tiene miedo de que la agredan más que verbalmente por su herencia asiática. Mery tiene miedo y ya. Tiene miedo por ella y por Sofía. Y no debería tener miedo, pero lo tiene.

Sofía tiene rabia. Tiene ganas de caerle a coñazos a cualquiera que se atreva a ver feo a Mery. Tiene ganas de tragar y vomitar a los desgraciados que tosen cuando Mery pasa. Quiere agarrar gasoil y prender a las viejas que las miras y casi que se santiguan al verlas tomadas de las manos.

Mery tiene miedo y Sofía tiene arrechera.

Y Sofía le da valor a Mery y Mery le da calma a Sofía.

¿Y, últimadamente, a quién coño le importa que sean novia? Exacto: no es peo de nadie más que de ellas dos.

Fin.